La infertilidad: se define como la incapacidad de
completar un embarazo después de un tiempo razonable
de relaciones sexuales sin medidas
anticonceptivas. Los términos esterilidad e infertilidad
en ocasiones son usados de manera intercambiable
y algunas veces definen poblaciones diferentes.
En la literatura hispana, la definición de la
palabra esterilidad es la dificultad de lograr un embarazo,
al tiempo que el término infertilidad es
utilizado cuando se desarrolla el embarazo pero es
interrumpido en algún momento; por lo tanto, es
utilizado como sinónimo de pérdidas recurrentes
de embarazo.
Por el contrario, en la literatura inglesa
el término infértil se refiere a la pareja que
no logra alcanzar un embarazo, ya sea por la imposibilidad de que la mujer quede embarazada mediante
los medios naturales (esterilidad), o cuando
existen las posibilidades pero el embarazo no ocurre
(subfertilidad), o si el embarazo efectivamente
se desarrolla pero no culmina con el nacimiento de
un recién nacido vivo. Por el contrario, la población
fértil es definida como la de aquellas mujeres
que quedan embarazadas después de un tiempo
razonable de relaciones sexuales regulares.
El concepto de tiempo razonable es discutible;
la Organización Mundial de la Salud (OMS,
1992a) así como la Sociedad Europea de Reproducción
y Embriología Humana (ESHRE, 1996)
en su recomendación menciona un plazo mínimo
de dos años para desarrollar el embarazo; si éste
no ocurre después de ese tiempo, la pareja es considerada
infértil. Desde un punto de vista práctico,
la mayoría de los médicos inician los estudios
de una pareja infértil luego de un año de haber
fracasado los intentos de embarazo. Además, debido
al impacto de la edad sobre la fertilidad, cuando
una mujer tiene más de 39 años, podría ser
aconsejable comenzar el estudio aunque solo hayan
transcurrido seis meses de intentos fracasados.
En consecuencia, no se justifican los límites
estrictos para comenzar un estudio de una pareja
infértil, dado que el tiempo de espera debería estar
relacionado con la edad de la mujer, los antecedentes
de alteraciones que afectan la fertilidad,
los deseos de la pareja, etc.
La fecundidad es la probabilidad que tiene la
mujer de quedar embarazada en un ciclo menstrual
específico y es ~ 20%, dependiendo de su edad.
Esto lleva a que el tiempo promedio para desarrollar
un embarazo sea de aproximadamente cuatro
meses. La fertilidad es la capacidad de parir un
recién nacido vivo.
Edad y fertilidad
La edad de la mujer es uno de los factores más
importantes al evaluar una pareja con problemas
de fertilidad. El deseo de quedar embarazada a ~
los 40 años de edad no solo implica una baja posibilidad
de éxito, sino también un aumento del
riesgo de padecer dolencias maternas del embarazo
como preeclampsia, hipertensión y diabetes,
al igual que anomalías cromosómicas fetales y pérdidas
del embarazo. La declinación de la fertilidad
femenina comienza a los 30 años de edad y se hace
más pronunciada a los 40. La posibilidad de un
embarazo a los 40 años de edad es del 50% del de
las mujeres más jóvenes, mientras que la incidencia
de abortos espontáneos se duplica o triplica
(Cruz y Gindoff, 1999) Según los excelentes
resultados obtenidos mediante la donación
de óvulos, el principal efecto que tiene la edad
sobre la capacidad reproductiva de las mujeres está
casi exclusivamente determinado por la edad del
óvulo, dado que la posibilidad del embarazo depende
más de la edad de la donante que de quien
lo recibe (Sauer y col., 1990).
Fundamentalmente el efecto negativo que tiene
la edad sobre el óvulo es que lo hace ineficaz
para completar la primera división meiótica normal y tal vez comenzar en forma adecuada la segunda
meiosis. Por consiguiente, es defectuoso el
número de cromosomas que quedan en el
pronúcleo femenino al haberse completado la segunda
meiosis después de la fertilización. Esto da
lugar a embriones con un desequilibrio cromosómico
suficientemente serio como para impedir
la evolución del embarazo. La alta incidencia de
trastornos durante la disyunción cromosómica del
óvulo podría ser el resultado de una falla intrínseca
del sistema meiótico o de un envejecimiento
citoplasmático como el que resulta de una disminución
de la actividad de síntesis de energía de las
mitocondrias. Además de la calidad del óvulo, la
edad también afecta la cantidad de folículos disponibles
para la ovulación.
La depleción folicular del
pool establecido en el ovario fetal comienza en el
séptimo mes de vida uterina. Por lo tanto, el número
de folículos disponibles en la semana 20 de la
gestación es ~ 6-7x106
mientras que en el nacimiento
es ~1-2x106 . Al llegar a la pubertad esta
cifra disminuye a 300.000. La cantidad de ovocitos
de que dispone una mujer a una edad en particular
depende del equilibrio entre los ovocitos en el quinto
mes de la vida intrauterina, y la proporción de
ovocitos perdidos a lo largo de la vida debido a
apoptosis, o como consecuencia de causas externas
que pueden disminuir la reserva ovárica. Esto significa
que además de la edad, otros factores afectan
también la disponibilidad folicular, como agentes
genéticos, anomalías cromosómicas, enfermedades
autoinmunes, tabaquismo, cirugías de ovario,
endometriomas, quimioterapia, radioterapia,
adherencias pélvicas, exposición a Chlamydia y otros.
CAUSAS
Identificación de las causas
de infertilidad
Se debe realizar un estudio metódico de todos
los factores probables de fracaso para alcanzar un
embarazo en todas las parejas que consultan por infertilidad.
El factor ovulatorio, que resume el desarrollo,
maduración y la ruptura adecuadas del folículo, está
presente en alrededor del 20% de las parejas. El factor
útero-tubárico-peritoneal incluye el estudio de la
integridad tubárica, la cavidad uterina y la presencia
de adherencias pélvicas que comprometan la anatomía
del aparato genital femenino; se observa en ~30%
de las parejas. El factor de migración espermática incluye el
estudio de la relación entre el moco cervical y los
espermatozoides. Las alteraciones en estas variables
encierran una reducción en el número y la
motilidad de los espermatozoides y su desplazamiento
dentro del moco cervical, los cuales son
prerrequisitos para llegar a las trompas y fertilizar
el óvulo. Esta situación ocurre en ~10% de los
casos con semen normal (Cohen, 1991).
El factor masculino también corresponde al
estudio del semen. Se sabe que varias afecciones
provocan alteraciones en la calidad y cantidad en
la muestra de espermatozoides; éstas incluyen
varicocele, infecciones genitales, traumatismos,
cirugías, disfunciones genéticas, sustancias tóxicas etc., que ocurren en alrededor del 30% de las
parejas. La endometriosis es una patología que
coexiste con infertilidad o sin ella. Si lo hace puede
estar afectada la calidad de la ovulación, junto
con la estructura y permeabilidad de los oviductos
debido a adherencias e implantes. En opinión de
algunos autores, incluso la endometriosis puede
ser la causa de pérdidas de embarazo (Metzger y
col.,1986).
Alrededor del 40% de todas las parejas que
consultan por infertilidad habitualmente presentan
una combinación de agentes; es decir, un factor
femenino combinado con un trastorno masculino.
Por lo tanto, el estudio de la infertilidad
siempre se debe hacer considerando la pareja en
conjunto: el hombre, la mujer y las interrelaciones
entre ellos.
Finalmente, existen descripciones de infertilidad
inmunológica e infertilidad debida a factores
genéticos. Si bien estas dos categorías no corresponden
a ningún tipo particular de infertilidad,
la presencia de algunas alteraciones de esta naturaleza
puede provocar fracaso en la reproducción.
Aproximadamente el 15% de las parejas, inclusive
cuando se han considerado todos los factores
antes mencionados, pueden no exhibir ninguna
alteración objetiva que lleve a un diagnóstico
definitivo. Entonces son clasificados como pacientes
con infertilidad inexplicada, por lo menos al
momento del diagnóstico.
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